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Fue en la Conferencia celebrada en Freetown en 1980 donde se propuso por primera vez su admisión como miembro de pleno derecho en la Organización. Marruecos, ante esta situación que se preveía inminente, alega en contra los artículos 4, 27 y 28 de la Carta. El artículo 4 establecía como requisito para convertirse en miembro de la Organización la condición de “independent sovereign African State”. Por otro lado el artículo 27 establecía que si se suscitase una decisión relativa a una interpretación de la Carta, ésta deberá ser aprobada por mayoría reforzada de dos tercios.
Marruecos alegaba que la admisión de la RASD suponía una interpretación del artículo 4, con lo que consiguió que esta decisión fuera aplazada hasta que el Comité ad hoc hubiera terminado su misión visitadora. En cuanto al artículo 28, establece la forma de adhesión a la Carta, entendiéndose que “any independent sovereign African State” tiene este derecho, por lo cual la delegación marroquí volvió a ver esto como una interpretación de la Carta.
De este modo, la Conferencia de Freetown fue el escenario de la primera gran crisis de la OUA, que tenía como telón de fondo las polémicas en torno al conflicto saharaui, lo que provocó la división de sus miembros de manera radical, poniendo gravemente en peligro la continuidad de la organización regional. No obstante, la estructura organizativa aguantó, aunque ciertamente paralizada y en evidente tensión.
En la siguiente Conferencia de la Organización, celebrada en Nairobi en 1981, el Secretario General, Edem Todjo, propuso zanjar la admisión de la RASD como si fuera un tema exento de polémica, ya que la opinión de los Estados era mayoritariamente favorable. Sin embargo, en esta ocasión Marruecos contraatacó con la asistencia de Hassan II en persona, y su anuncio de aceptar la celebración de un referéndum en un tiempo relativamente corto, al tiempo que aceptaría la instauración de un alto el fuego. Para encargarse de estas dos decisiones la Resolución 103 (XVIII) de la Asamblea de la organización creaba el llamado “Comité de Ejecución”.
Pese a que posteriormente estas decisiones no se llevaron a cabo por reticencias marroquíes , el trabajo realizado por el Comité de Ejecución establecería las bases del futuro Plan de Paz de 1988. Pero, de manera manifiesta, Marruecos sólo buscaba seguir retrasando la entrada de la República Árabe Saharaui Democrática en el seno de la Organización, aunque esto era ya sólo cuestión de trámites.
Y en efecto, la admisión tendría finalmente lugar en 1982, mediante una comunicación del Secretario General a la RASD , la Organización africana reconocía al Estado saharaui y lo invitaba a participar como miembro de pleno derecho en la siguiente Conferencia que se celebraría en Addis Abeba en febrero del mismo año.
Como parecía previsible, Marruecos no iba a aceptar este hecho sin más, sino que en la Conferencia aludida retiró su representación, aunque todavía no de manera definitiva. Además a este acto de retirada se unieron otras diecisiete representaciones de países aliados del Estado marroquí, -entre los que se encontraban Senegal, Gabón o Burkina Fasso  lo que supuso otra gran crisis en la Unión, y paralizaría su actividad durante varios meses.
Así, la Conferencia que debía haber tenido lugar en Dakar en marzo de 1982, tampoco llegó a celebrarse, ya que Senegal como país anfitrión y aliado de Marruecos, negó la entrada a la delegación saharaui. Con ello la representación argelina y otras trece se retiraron de la Conferencia, no pudiéndose celebrar ésta por falta de quórum.
También se vivió una situación similar respecto de la Conferencia de Trípoli que debía haberse celebrado en el mismo año. Si bien en esta ocasión fueron dos los problemas que ocasionaron que la crisis del organismo africano siguiera siendo preocupante: por un lado el conflicto del Sáhara, ya que lo países contrarios a la admisión de la República Árabe Democrática Saharaui se retiraron. Por otro, el hecho de que el Estado de Chad contaba con dos representaciones distintas y no existía consenso sobre cuál era la legítima.
La OUA atravesaba un momento crítico que, por otro lado, en nada beneficiaría a los miembros ni tampoco al desarrollo de su actividad para una África fortalecida. Por esta razón, la delegación saharaui decidió abstenerse voluntariamente de participar en las cumbres, de modo que la organización pudiese reestablecer su normal funcionamiento. Esta abstención era, en cualquier caso, temporal, ya que la RASD contaba con legitimidad para ocupar un asiento en lo que constituía la mayor institución del continente y, además, con el respaldo de la mayoría de los miembros. Sin embargo, consideraron más productivo iniciar su camino cuando la organización regional ganase estabilidad, y fuese una institución sólida, en la que su presencia no ocasionara tantas dudas y reticencias.

Doc. A/37/23/Rev. 1, de 23 de septiembre de 1982.